“Esas figuras no perjudican, esas figuras ayudan. Se va gente oportunista”, así contestó una pregunta Jesús Ortega Martínez, uno de los caciques que ha contribuido, como pocos, a la destrucción del PRD. Si bien es cierto que las frases con las que inicia este texto se refieren a militantes que recientemente han abandonado al PRD, no tiene ni pies ni cabeza la declaración.
Hagamos un sencillo repaso: se han ido su fundador Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo, Andrés Manuel López Obrador y Pablo Gómez Álvarez, para sólo mencionar un póker de dirigentes esenciales de ese partido que además fueron presidentes nacionales. Poca cosa, una simple fuga que ayuda, en palabras del Chucho mayor.
En la esfera local están fuera Antonio Becerra Gaytán, Víctor Orozco y el que esto escribe, que también a su tiempo ocupamos la dirigencia estatal. Poca cosa, diría el usufructuario del partido del sol.
Lo cierto es que el PRD, que fuera toda una promesa, hoy está en ruinas y a la cola de una derecha encabezada por Ricardo Anaya.
Allá, hace mucho tiempo, había una crítica a Cuba, diciendo que era el país más grande del mundo: tenía su territorio en la isla del Caribe, su capital en Moscú y su población en los Estados Unidos. Quizá ahora sea una frase aplicable al PRD de Jesús Ortega Martínez: su territorio reducido a la nada, como lo testifica la fuga hacia el PRI de Aureoles en Michoacán, su capital en las propias cuentas bancarias y su militancia en MORENA, o en el PAN.
Pero qué importa, son fugas que ayudan.
El PRD se perdió en la escena nacional, mal gastó su capital Político y Social no supo qué hacer con el Poder.
Hoy hablo del PRD de los basureros del tamaño de una montaña, de los vidrios rotos y del desierto lleno de chatarra, del cinismo de anoche, del banquete inmoral y de una cucaracha sobre un bote de inmundicias. Hablo del encuentro buscado con esa forma deforme que encarna lo podrido. El PRD Hace tiempo perdió cuerpo, integridad, dignidad, honor y así se vende y asi se compra.