La salida de la señora Victoria Chavira como rectora de la Universidad Pedagógica Nacional del Estado de Chihuahua (UPNECh) ya puede pasar a formar parte de la tan repetida asociación literaria que suele hacerse en estos casos con la no menos famosa novela del colombiano García Márquez, adaptación incluida: Crónica de una renuncia muy anunciada.

El deseo generalizado de los docentes que laboran en una universidad que por años ha desarrollado, con todo y sus contradicciones, un espíritu pedagógico más democrático que el pensamiento –y las intenciones– de los funcionarios que Javier Corral colocó en la burocracia educativa, es que la renuncia de Chavira traiga renovados bríos y una aceptación de que las cosas, con ella, simplemente no funcionaron.

La UPN no ha estado, por supuesto, exenta de errores, tropiezos y ambiciones personales. Basta con echar una mirada a los recientes y aciagos años del duartismo para detectar la utilización de toda una infraestructura material y humana durante este periodo para medrar con la institución. La parcial sumisión de la UPN a los deseos del duartismo es algo que aún le pesa a muchos al interior de la institución educativa. Pero la expectativa de un cambio que supuso la llegada del señor Javier Corral no pudo cobrar forma. En cambio, se reeditó un modelo piramidal en las relaciones de poder y eso, en primera instancia, chocó con las formas upenianas a las que sus animadores (maestros, personal administrativo y dirigencias sindicales) habían estado acostumbrados.

Trastocados por el autoritarismo marcado por el panismo conservador de una militante como la señora Chavira, ella y a quienes pretendía gobernar terminaron enfrentándose en las aulas y en la calle. Antes de irse, la hoy exrectora no quiso dejar cabos sueltos, como en las historias del crimen, y cortó cabeza en un lugar apartado, donde suponía que nadie la vería: la sede de Nuevo Casas Grandes, a cuyo coordinador se le acusó de habérsele venido abajo el número de alumnos y alumnas cuando, en los hechos, ocurrió todo lo contrario. Fueron esos alumnos y alumnas quienes desde hace días tomaron las instalaciones de la UPN en NCG para exigir la restitución de Juan Durán en la Coordinación porque están conscientes de que se trató de una venganza política y no de un acto meramente administrativo.

Chavira no se quiso ir –mano dura y sonrisa por delante– sin llevarse consigo la trayectoria de un upeniano que la enfrentó críticamente en cada oportunidad. Si Corral quiere recomponer deberá, mínimo, escuchar a los maestros y alumnos; y limpiar el desaseo que ocasionó Victoria Chavira en esa universidad.