El PRI ha quedado como un partido que mueve a risa. Ya no la crítica, sino la burla social se ha convertido en el ingrediente que más daño le hace. Esto no significa que no sea un partido que pone en riesgo la estabilidad del país. Fundado en 1929, ha usufructuado el poder presidencial alrededor de ocho décadas y ahora está a punto de su tercera derrota con su candidato José Antonio Meade Kuribreña. Esta derrota huele a fin de régimen.

Para redireccionar la campaña presidencial, practicar un control de daños que ya parecen irreparables, se sustituyó a Enrique Ochoa Reza –el Clavillazo– con el exgobernador de Guerrero, René Juárez Cisneros, el “primer gobernador negro”, a decir de la mala broma de Ernesto Zedillo, que por las vísperas podemos decir un par de cosas:

La primera, el relevo ya no les resuelve nada, el daño está hecho. La segunda, que Juárez Cisneros significa muy poco en la vida política nacional; su carencia de peso específico propio lo hace un hombre del montón. Igual pudieron, Peña Nieto y Meade, poner a cualquier otro exgobernador, que para efectos hubiera significado lo mismo. No da la talla para ocupar la silla que alguna vez ocuparon en el PRI Carlos Alberto Madrazo, Jesús Reyes Heroles o Porfirio Muñoz Ledo. No la llena con nada el recién llegado, a menos que tenga tantas cualidades ocultas que su vida política de los últimos treinta años no hayamos tenido oportunidad de ver.

Pero como luego se dice, el estilo es el hombre y Juárez Cisneros se exhibe de cuerpo completo con un par de frases de la más rancia y detestable tradición priísta. Dijo, al asumir:

“Veeengooo de la entraaañaaa prooopiiiaaa del PRI, del que me siento prooofuuundamente orgullosooo”.

Lo dijo sin añadir que su candidato no es del PRI, y eso es un baldón. La otra, propia del rastrero:

“Que nadie se equivoque, cuenta usted (Meade) con todo el respaldo de nuestro país y de quienes creemos en usted, señor candidato”. La palabra “señor” los periodiquetes la ponen con mayúscula.

O sea, como se dice en burla popular: Señor Meade, usted es un gran patriota y ya es tiempo de que alguien se lo dijera. ¿Qué horas son?, preguntó el candidato, y Juárez Cisneros contesta: las que usted quiera Señor candidato.