No es nada nuevo: hace más de un siglo, el sociólogo alemán Robert Michels lo expuso de manera brillante, más allá de que se esté o no de acuerdo con la totalidad de su obra. Expuso la que se conoce como la “ley de hierro de las oligarquías”, especialmente dentro de los partidos políticos. Sin duda su amplia exposición sobre las tendencias oligárquicas, dentro de las democracias, ha continuado causando mucha comezón en los grupos cupulares.

Al comentar esta obra Seymour Martin Lipset, hace ya más de medio siglo, dijo como introducción: “la organización es lo que da origen a la dominación de los elegidos sobre los electores, de los mandatarios sobre los mandantes, de los delegados sobre los delegadores. Quien dice organización dice oligarquía”.

Este es un circunloquio para comentar la intervención de Javier Corral Jurado en el evento partidario del PAN, donde se decidieron los cargos de privilegio conocidos –y despreciados– por gran parte de la ciudadanía como “plurinominales”. Aunque se pone a salvo de lo que significaría una ruptura, pues al final el cuestionamiento fue “procedimental”, la realidad es que sus palabras pegan en la línea de flotación del partido que hace tiempo se divorció de Manuel Gómez Morin. Que hay organismos oligárquicos en el PAN, ni quién lo dude; que es una institución de la que seguirán medrando, tampoco hay duda. Y no es un tema privativo del partido azul. Prácticamente los afecta a todos. Al respecto de nuestro sistema de partidos recomiendo la lectura del ensayo que publica hoy Jesus Silva Herzog-Márquez, en el periódico Reforma de la Ciudad de México.

El lamento corralista, que hoy aparece como artículo en el Heraldo de Chihuahua y en primera plana, en realidad es porque no le fue bien (por ahora), ya que litigará el asunto en tribunales. “Litiga, que algo quedará”. Esa es la esencia, no que una camarilla de cinco personas se haya apoderado de la organización.

Fueron esos cinco y probablemente un poco más, los que lo eligieron con el mismo método como candidato a gobernador de Chihuahua, y en eso pesa el antecedente de que, el ahora gobernador, hizo a un lado la constitución de un frente por la democracia en Chihuahua, para refugiarse en su casa de treinta años.

En el fondo hay una despiadada lucha por el liderazgo en la que Corral tiene un proyecto de futuro, pero que se debe hacer cargo que los reflectores son para su rival Anaya. Por eso no rompe, simplemente polemiza al interior.

En otras palabras: ni contigo ni sin ti. Todo depende de si vacías o repletas salen las alforjas del evento electivo partidario.

Nada que no se haya visto.