El especulador de la política nacional, Dante Delgado –propietario y líder vitalicio del partido Movimiento Ciudadano– no deja duda de sus intenciones: constituir el Frente Ciudadano por México como vehículo para un proyecto de poder parecido al que protagonizan voraces y hambrientos comensales que se disputan las rebanadas de un pastel.

Así de sencillo: la Presidencia de la república para el PAN, la coordinación en el senado a Miguel Ángel Mancera y la jefatura de gobierno de la Ciudad de México para la señora Alejandra Barrales. A Dante sólo le faltó decir que la gubernatura de Veracruz para el solito, con todo su congreso y sus ricos municipios.

Dante, después de ser empedernido político del PRI, y huésped de un penal, ha vivido de alianzas y de las sobras y dividendos que éstas le dejan. Se le ubica a la izquierda, como se pasa por mezclilla a una deslavada tela que ha pasado mil veces por la lavadora y mil veces con alta dosis de cloro. Decir desteñida es poco; son los harapos de una formación política en la que caben personas de todo género mayate.

Si usted piensa que se contabiliza a los ciudadanos en ese frente, es un ingenuo. Se trata, según caracterización del siempre ingenioso Porfirio Muñoz Ledo, de un mazacote para repartirse, precisamente un pastel, paradójico si nos hacemos cargo de que en estos tiempos navideños lo que se come son tamalitos.