Gran papelón hicieron los diputados panistas y sus apéndices en el Congreso local de Chihuahua, al reformar la Ley Orgánica que los rige y que, hasta ahora, ha sido dúctil plastilina en manos de los partidócratas. Para allanar el camino a los ajustes de los equipos que integran el PAN, se modifican las leyes a placer, sin importar para nada lo que dispone el artículo 13 de la Constitución General de la República en materia de leyes privativas.

De hecho y en torno a la reciente reforma, hay un debate en el que menudean argumentos nulos como aquellos que se refieren a mantener la profesionalización del Congreso –nunca la ha habido– o la desprofesionalización del mismo –lo que ha habido a pasto–. Pienso que sería más provechoso discutir si hay diputados.

Los congresos locales revisten la mayor importancia cuando en ellos se actuá con responsabilidad, y aquí, en lo que va de esta legislatura, hemos visto las mismas fallas del antiguo régimen: nombramientos de presidentes a gusto del Ejecutivo, deturpación de un coordinador de la mayoría por desobediencia al jefe Corral, y frivolidades a granel en un manojo de diputados que piensan en todo menos en representar a la sociedad.

En otras palabras, hay un Congreso como fachada, pero en realidad es una especie de consorcio para aparentar la división de los poderes, ahí está el precedente de lo contrahecho que fue el nombramiento del Auditor General, la designación de una delincuente en la presidencia de la institución, cual es la consentida del duartismo, Karina Vélazquez, con relación a la cual Javier Corral declaró no tener bola incómoda. Estas son simples muestras de un cúmulo enorme de desatinos de los “representantes” que no representan a nadie.

Buena parte de ellos están aprovechando la plataforma para otros cargos o para la reelección. En esa ruta hemos visto grotescos informes que no dicen nada y el vedetismo, pongamos por caso, de la diputada Nadia Siqueiros y su programa “Regreso a tu colonia” que hiede, ni más ni menos, al más rancio clientelismo del PRI.

Pienso que, con muy honrosas excepciones, nadie se salva camino a la reelección; pero en todo caso hay que esperar la decisión del soberano, en el lado de los demócratas conocido como pueblo, y en el del PAN, como palacio y alcaldesa.