Si todo fuera el problema de un aficionado al golf, en medio de un torneo, la comodidad o incomodidad sería, ni más ni menos, cuestión del golfista. Su preocupación no pasaría de un simple acierto o un error en la practica de un deporte de élite. De eso que se ocuparía quien tiempo tenga. Pero emplear la frase “no tengo bola incomoda contra Karina Velázquez” ya es otra cosa porque estamos hablando de una diputada al congreso del estado de Chihuahua que aspira a ser cabeza de gobierno de un poder. Y si Karina es una bola que a Javier Corral no le incomoda, quiere decir que no tiene problemas con la trayectoria de esta política que fue cómplice del duartismo y que, a partir de las fuentes informativas del propio gobierno, está en problemas con la justicia.

A ese fin, basta leer las declaraciones de Stefany Olmos –secretaria de la Función Pública– para concluir que Javier Corral Jurado no le da coherencia a su gobierno. Hay temas de la agenda pública que no admiten metáforas baratas y el de Karina Velázquez es uno de ellos. Una interpretación posible: si la Velázquez no es incómoda, tampoco lo sería la corrupción y complicidad que la ata a César Duarte Jáquez, a lo largo de muchos años y durante el sexenio pasado, donde jugó el papel de encargada del programa Chihuahua Vive que en tantos dolores y quebrantos causó a las finanzas del estado. Y que decir del papel de la priista en la Asociación Ganadera División del Norte y los negocios gubernamentales que protagonizó como figura consentida de Duarte en las andanzas que llevan a Carlos Gerardo Hermosillo Arteaga, muerto en un accidente que ocupó la atención de todos hace unos meses.

Javier Corral piensa que podemos creer en la división de poderes y en especial del Legislativo, como para insinuar que esa decisión no le compete políticamente. En estricto rigor todos supondrían aplicar la ley orgánica del poder que va a nombrar presidente del congreso. Pero eso no se agota ahí. Su gobierno ha exhibido a Karina Velázquez como una protagonista de la corrupción delictiva, ha publicitado su nombre y no lo ha acompañado del inicio de un debido proceso penal que lleve ante la justicia, pasando por el desafuero, a la principal mujer dentro del gobierno del prófugo Duarte.

Si Karina Velázquez se convirtiera en presidenta del congreso de Chihuahua, sería tanto como poner a Cesar Duarte al frente de un poder, agravado esto, si estimamos como un antecedente valido que los diputados adictos a María Eugenia Campos Galván, también son cómplices del grotesco dictador ballezano. Para ver con lupa este asunto, digámoslo claramente: si Corral tuvo poder para despojar al diputado La Torre de la coordinación del PAN, si antes coló en la presidencia a la diputada Blanca Gámez, no nos puede venir, ahora con el cuento que Karina Velázquez no es “bola incómoda” para el titular del poder Ejecutivo estatal. Conjeturo que pudo haber dicho que si le incomodaba la corrupta, pero que no estaban en sus manos la decisión y pareciera que no comprende que no está en el césped del Country Club, como para reducir este problema a su comodidad o incomodidad personal. No cabe duda que la incultura política priista se cuela por todos los poros en los prohombres del panismo.

Para los ciudadanos, en este caso para miles de panistas, priistas y sin partido, Karina Velázquez representa una gran incomodidad porque es el rostro de César Duarte, de la corrupción política, de la desmesura, de la desfiguración de las instituciones, de la simulación y la impunidad. Sólo un ciego no ve esto, o un cohabitante de un gobierno que claudicó de sus compromisos ciudadanos y cayó en compromisos con el PRI a secas, el partido de las tragedias y miserias nacionales. Es tanto como compartir con el duartismo y postergar el funeral definitivo del mismo. Pero no, ahora se prefiere al PRI y postergar la exequias del duartismo, se empieza a sentir como las exquisitas mieles del poder, son agradables al paladar de quien lo detenta. Como en la vieja aldea.

Karina Velázquez tiene un sitial en un lugar distinto a la presidencia del Congreso del Estado, pero está vacío porque se tiene gran tolerancia con los corruptos del gobierno desastroso que concluyó hace un año y que no acaba de irse, como bien se ve bajo la lente de este escándalo.