La promesa de mejorar el corrupto sistema de transporte en Chihuahua y dejarlo de lado, luego dejarse ver muy sonriente con el líder de la CTM y después anunciar el aumento al costo de pasaje urbano, muestra la dimensión peñanietista en que ha caído la administración actual a la hora de cumplirle a los gobernados en esa materia.

Insistiré en señalar que si bien para algunos los incrementos a las tarifas no son suficientes como para demoler una postura institucional de ese tamaño, el factor de la crítica tiene que ver precisamente con el apocamiento que lanzan quienes no viven al margen de aquella promesas de campaña. Además, cualquier sabe que un centavo recaudado en masa genera millones.

Más por desinterés que por ignorancia, las sociedades suelen reaccionar con mayor pasividad cuando se reforman las leyes que les afectan, en abstracto, que cuando se les pega directamente en el bolsillo. Pasó recientemente con el gasolinazo y la bochornosa defensa local de las decisiones peñanietistas, y podría repetirse, a la luz de las protestas anunciadas, justo a dos meses del primer año de gobierno de Javier Corral.

En el giro de 180 grados que tomó el gobierno respecto de sus promesas de campaña, se podría percibir que el incremento a las tarifas del transporte urbano es una medida impopular, aunque hoy se acuse de populistas a los críticos. El populismo de campaña (educación gratuita, un Vivebús saneado, respeto al Estado laico…) huele a fuchi cuando ya se está en el poder. Es decir, el que esté libre de populismo que arroje la primera diatriba.