La Fiscalía General del Estado se echa enemigos gratis y provoca que la gente se haga mala sangre por una actuación errática, poco confiable y, por lo visto, muy afecta al engaño y la falacia. De otro modo no podría entenderse el hecho de que se haya divulgado la supuesta entrega del cuerpo del exjefe de la CIPOL, Saúl Hernández, a sus familiares. Estos, claro, lo negaron también públicamente y evidenciaron la falta de seriedad de una institución que depende del Poder Ejecutivo pero que mantiene imprudentemente en el misterio una postura que llama a la confusión.

¿Qué sentido tiene haber dicho que el cuerpo del exjefe de escoltas del exgobernador José Reyes Baeza había sido entregado a su familia sin ser cierto? ¿Qué pretende ocultar la Fiscalía? ¿Por qué?, ¿para qué? ¿A quién o quiénes favorecen esas acciones? A decir de algunas versiones periodísticas, el ocultismo practicante en la Fiscalía tiene qué ver con supuestas presiones para obligar a resolver un suicidio y no un homicidio como línea de investigación. Porque, como se ha dicho ya, el cuerpo sin vida de Saúl Hernández, además de mostrar un tiro en la sien contraria a la empuñadura de su arma, presentaba golpes contusos, signos de forcejeo.

A estar alturas se vuelve insulso el eventual argumento oficial de no “revelar” detalles para no entorpecer su investigación, si es que realmente hay alguna.

La fórmula panista de desencadenar el sospechosismo vuelve a reeditarse acá en Chihuahua. Ojalá no sea, pues, un anticipo de una “caja china” tan del gusto de la clase política en el poder.