Lo que son las cosas: la poco transparente licitación de despensas en el DIF estatal destapó, al mismo tiempo, la voracidad de un personaje que, si se investiga más a fondo la corrupción duartista por parte de la presente administración, podría encontrarse en él alguna participación. Se trata del empresario deliciense Jaime Galván, quien durante dos sexenios priístas había mantenido el control en la proveeduría de despensas (leche y otros alimentos) en aquella dependencia.

Alrededor de 250 millones de pesos es el monto de la nada despreciable bolsa que está en juego y que, en otra licitación cuestionada, se terminó otorgando, supuestamente de manera inducida, a Grupo Serel, una empresa afincada en la capital del país. Se dice cuestionada porque también se acusa que otros proveedores fueron desechados de antemano por representar intereses en favor de Jaime Galván. Y queriendo hacerle un bien al erario público (el otro bien reside aparentemente en que Grupo Serel garantiza calidad en los alimentos) se favoreció a una dejando de lado a otros conectados con Galván.

¿Y quién es Jaime Galván? No sólo es el empresario camaleónico (lo mismo se reúne con Enrique Serrano que con dirigentes de MORENA) que paga para llevar a artistas como Luis Miguel a su casa y festejar a la esposa del entonces cacique de Chihuahua, César Duarte Jáquez, sino que ha fungido como uno de los grandes proveedores de leche gracias a sus conexiones con el Palacio de Gobierno. También es patrocinador de boxeadores a nivel internacional, tiene injerencia publicitaria en la Fórmula Uno y recientemente se convirtió en un mecenas comercial de la selección mexicana de fútbol con su marca de vinos Cavali.

Las cosas andan muy revueltas en estas latitudes en las que los patos ahora le tiran a las escopetas. Si las investigaciones sobre la corrupción van en serio en la administración panista, es seguro que el nombre de Galván salga a flote, como parece que ya ocurrió, aunque sea superficialmente. Y si sale a flote, ¿actuarán? Esa es la pregunta, porque no basta con saber, sino, precisamente, actuar.