En muy pocos días la política chihuahuense se puede convertir en un tema de funeraria. Dudo que lo sea de testamentarías porque por lo general los caídos en la guerra civil económica que padece el país son pobres, carentes de un patrimonio, que los orille a dejar disposiciones a cumplir para después de su muerte. Redondeando números, podemos hablar de 50 muertos en una coyuntura de inauguración del gobierno de Chihuahua, que despidió a César Duarte, aunque pareciera estar de regreso con el nombramiento de Jorge González Nicolás en Ciudad Juárez en una clara traición del alcalde Armando Cabada a la ciudadanía que lo eligió, pensando en su calidad de “independiente”, hoy en brazos absolutamente del partido del que sólo por interés se desligó, el PRI.

La otra pieza que anuncia que el antiguo tirano sigue acá es la integración de un Consejo de la Judicatura, que no es otra cosa que una caricatura para mantener la confrontación, la rijosidad, la pugnacidad en la que Duarte sabe moverse bien. Muchas preguntas rondan en el estado de Chihuahua, a poco más de una semana de inaugurada la administración panista de Corral Jurado. Presento algunas de ellas:

¿Hay vacío de poder que aprovecha el crimen organizado para acomodarse a nuevas circunstancias?, ¿se está negociando con el estado cómo gobernar al crimen, estableciendo un modus operandi que lo hace inmune a todo combate real de la ilícita actividad?, ¿no ha alcanzado el tiempo aún para sentar las bases del arbitraje estatal entre las bandas en conflicto, lo que hablaría claramente de una ausencia de voluntad para enfrentar al crimen?, ¿acaso el nombramiento de Javier Benavides González, que resultó igual de rasposo que el de Juan Manuel Escamilla, va a ser por solicitud periodística solidaria de abajofirmantes?, ¿el nuevo fiscal estará a la mesa con los capos trazando territorios, reglas informales, campos de acción, cuotas y todo lo que está aledaño?, ¿será orquestado este conjunto de homicidios por ejecución por los que se fueron para desestabilizar a los que llegaron?, ¿se preparó el actual gobierno para esta circunstancia o se está en la improvisación?, ¿hasta dónde llega la autonomía de Chihuahua en este aspecto y dónde empieza la injerencia federal en decisiones que no le corresponden pero que de todas maneras están centralizadas?

Estas y otras preguntas de igual pertinencia necesitan respuestas que no esperan y que dan al traste, como bien lo saben los políticos de todas partes, con el bono democrático, por vigoroso que se sea.

 

Miguel Riggs: síndico eres y en síndico te convertirás

Miguel Riggs.
Miguel Riggs.

Cuando te eligen de gobernador, eres gobernador. Cuando te eligen diputado, eres diputado. Cuando te eligen alcalde, eres alcalde. Cuando te eligen regidor, eres regidor. Cuando te eligen síndico… pues eres síndico. ¿Entenderá esto Miguel Riggs Baeza? Quién lo sabe. Pero quien lo sabe debiera entenderlo.

 

Más sobre desplegados laudatorios, ahora para Maru

Desplegados para Maru Campos.
Desplegados para Maru Campos.

Qué gran bien se haría a la cultura política democrática si los lambiscones interesados en los negocios de gobierno se abstuvieran de lanzar loas y ditirambos cada vez que se cambia a las autoridades. Primero hubo una catarata adulatoria para Javier Corral y quedó en turno María Eugenia Galván, que ahora ha sido bañada en papel y tinta y todo tipo de halagos. Exclusivamente para la numeralia: en El Heraldo de Chihuahua se publicaron 103 desplegados de esta naturaleza y exhibiendo precaria mercadotecnia, el periódico de cuyo nombre no me quiero acordar, exclusivamente 70, que de todas maneras son exorbitantes. Qué bueno sería que los gobernantes publicaran una frase que corriera en paralelo aquella que se estilaba en los funerales, no manden flores, y que aquí se dijera no manden desplegados.