Julián Marías dijo en alguna de sus obras que la Inquisición española era tan poderosa que no necesitaba trabajar. Con el miedo que le tenían bastaba. Es probable que Víctor Quintana Silveyra, en sus agendas de vida, haya contabilizado la posibilidad de sufrir alguna inquisición religiosa, pero jamás la haya temido por su fidelidad, ortodoxia o lo que se tenga a la mano con mayor precisión que la mía al respecto. Pero el mundo da vueltas y vueltas y ahora resulta que hay una condena lopezobradorista en su contra.

El resolutivo que publicó la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia del Santo Oficio de MORENA dice textualmente: “Se sanciona al C. Víctor Manuel Quintana Silveyra con la cancelación del registro en el Padrón de Protagonistas del Cambio Verdadero de MORENA, en virtud (…)”. En otras palabras, se le castiga con la expulsión del partido político que fundó y dirigió aquí en Chihuahua.

Llaman la atención los términos de la negra sentencia: por una parte ya no son afiliados o miembros de un partido, sino “protagonistas” –hacedores de historia–. Pero no paran ahí las cosas. El dogma para ser completa necesita venir de una verdad revelada, en este caso se trata de una voz divina que ya dijo cuál es el “cambio verdadero”. En realidad aquí tenemos la prefiguración de un idioma totalitario, muy propio del estalinismo o del nazismo. Nunca pensó el afectado que se iba a topar con una inquisición de esta especie, pero ahí está y es cosa juzgada. Si me apuran un poco, pensaría que le han decretado la muerte civil.

Cuando Quintana Silveyra ingresó a MORENA, y conociéndolo más o menos de cerca, estimé que había penetrado por una puerta que no correspondía a su trayectoria; quizá lo conmovió el discurso de que los pobres son primero. Realmente no lo sé. Y si afirmo esto es porque él fue un defensor obstinado de la sociedad civil, pero siempre pendiente de ocupar espacios de poder.

Nunca estaré de acuerdo con estas inquisiciones, pero no cabe duda de que alguna moraleja ofrecen: no se puede estar bien con Dios y con el Diablo, menos tratándose de proyectos tan disímbolos como el del PAN y el de MORENA, el de José Luis Barraza y el del propio castigado, que hoy comparten buhardillas en las oficinas públicas del gobierno de Javier Corral.

Otra moraleja, aunque al parecer insignificante, es pertenecer a organizaciones como Unión Ciudadana, a las que se puede entrar y salir con la simple comodidad de girar una puerta. Así se fue Víctor Quintana desde hace meses sin llevar en sus espaldas ni condenas, ni sentencias, ni inquisiciones, sin haber dicho nada y sin reproches. Es el camino que antes emprendieron otros del corte de Francisco Barrio Terrazas, Pablo Cuarón, y no sé cuántos –y cuántas– más. MORENA debiera entender que la política no es de malos contra buenos, que no está inscrita en ningún talmud ni profesión de fe revelada. También hay disidentes. Pero quizá no haya preocupado tanto la resolución de la inquisición lopezobradorista, porque como dicen los abogados de raigambre teológica: quien puede lo más, puede lo menos, y en una de esas Andrés Manuel decide algún rito purificador que reencarne a Quintana Silveyra en la granja tabasqueña y él que lo acepte.

 

Luis Fierro: cuando el pasado, reciente, te alcance

Luis Fierro (izq). Por el PRI.
Luis Fierro (izq). Por el PRI.

A Luis Alberto Fierro le viene muy bien una acotación a su discurso con el que inauguró su rectorado. Dijo que “nunca más la UACH al servicio de algún partido”. El único que la postró en esa condición es el PRI, que continúa adentro, agarrado a veinte uñas y al que él sirvió, hasta hace unos meses, con vehemencia. Espero que este pasado sea eso, pasado.