El sensiblero Enrique Séañez y su lema orgullo de ser UACH se redujo a una simple palabra: corrupción. Y es grave que esto haya sido así, porque si bien la universidad dista mucho de tener una alta calidad, cuando se corrompe ello es sinónimo de un gran fracaso estructural. De hace mucho tiempo acá se sabe que la corrupción de lo mejor es la peor; es decir, la corrupción del crisol de la cultura y la ciencia es la que más lacera a una sociedad. Ojalá y pronto lleguen vientos de renovación y que ahora sí el que llegó gemebundo se vaya con causa de la UACH con lagrimones en los ojos.