6 de Duarte 6. Sí, como suelen decir los más consagrados carteles que invitan a la lidia de toros bravíos. El prestigiado diario Reforma de la Ciudad de México, publicó este viernes seis puntos por los que se va a recordar a César Duarte. Obviamente hay muchos más, pero el rotativo seleccionó unos cuantos botones de muestra, que por sí solos descalifican al PRI para continuar al frente de Chihuahua con un nuevo gobierno por cinco años más, en la persona de Enrique Serrano, que se prohijó precisamente a lo largo del sexenio que fenece enhorabuena.

Lo que son las cosas: si uno abre el periódico Reforma en su encuesta que da cuenta de la ventaja que favorece a Serrano y en otra página lee los seis botones, no tiene menos que quedar perplejo. Es paradójico que quienes teniendo y padeciendo esas evidencias respondieran así a la encuesta. Pero veamos, uno a uno, los seis temas que marcaron a César Duarte a lo largo de los últimos años y que esperamos no se amplíen con otro, en breve, que hable de violencia y fraude electoral en una reñida elección como la que hay en Chihuahua.

Empecemos por el hecho que aún duele y estremeció a Chihuahua: el asesinato de Marisela Escobedo, la madre de Rubí Frayre que cayó a unos cuantos días de inaugurada la administración duartista y a las puertas del Palacio de Gobierno. Marisela emblematiza la negación que hay en Chihuahua a la plena vigencia de los derechos humanos, es la encarnación de un negro mensaje que claro nos dice que luchar por los derechos humanos, como víctima en este caso, puede costar la vida y demostrar que la impunidad reina y gobierna en Chihuahua.

Pero el suceso tuvo consecuencias más hondas: César Duarte marcó un precedente de abolición del Poder Judicial en el estado de Chihuahua, primero imponiendo decisiones que no le competían y luego dando un golpe de mano al Poder Judicial para ponerlo a su servicio, en el cual contó inexplicadamente con el concurso de los diputados panistas en el Congreso local. Después vino la pésima novela policiaca de El Wicked y el desánimo profundo en la sociedad chihuahuense al percatarse de que los derechos humanos en el estado importan un soberano bledo y que lo que realmente está en primer lugar para César Duarte es tratar de demostrar, contra viento y marea, que el poder es para poder, aunque eso signifique represión, puertas cerradas, compra de la prensa, corrupción de los partidos, y tantas y tantas aristas de un desgobierno que se puso diametralmente de espaldas a la sociedad chihuahuense.

No está de más recordar que precisamente cuando Marisela Escobedo fue asesinada, se produjo la alternativa de encarar a fondo a un gobierno que se disponía a transitar hacia la tiranía; pero los que pudieron hacerlo, en su momento se replegaron. Creían en los famosos plazos de gracia, y aquí estamos prácticamente seis años después.

Luego viene el affaire Unión Progreso, que el periódico Reforma lo estima como el escándalo del sexenio por la amplia gama de delitos ligados a la corrupción política. Es una causa abierta ante la PGR y tiene un expediente (AP/PGR/UEAF/001/2014-09) que está vivo, en trámite y que más temprano que tarde tendrá que llegar a los tribunales para un debido proceso contra César Duarte y sus cómplices, Jaime Herrera Corral, secretario de Hacienda, y Carlos Hermosillo, hoy preventivamente diputado federal con fuero. Se equivocaría rotundamente el cacique si piensa que la denuncia tuvo un motivo específicamente electoral. Se trata de una causa que llegó para quedarse, que sostendré porque soy precisamente el denunciante, y que tendrá que encarar, ya, sin contar en su haber, con los recursos que deviene del estado para el patrocinio de su impunidad. Hace meses César Duarte lanzó la bravuconada de que nos veríamos cuando terminara su administración, como retando a duelo. Y sí, nos vamos a ver a la salida, pero en los tribunales: él ya sin padrinos, y yo en mi misma circunstancia, que nunca los he tenido.

Luego viene la deuda. A decir de Reforma, el caso más alarmante que se registra en la república, pues la misma alcanza 236 por ciento más de la que se tenía en octubre de 2010, cuando reemplazó al mediocre José Reyes Baeza. Se ha empeñado el coro duartista en negar esto, pero en aritmética, y no se diga en matemáticas, los números son los números. Si en Chihuahua se instalara un nuevo gobierno aquí habría una veta enorme para ajustarle las cuentas al duartismo.

A continuación se muestra la famosa “consagración” del estado al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María que realizó la dualidad César Duarte-Constancio Miranda. Se trata de una violación al Estado laico que dispone la Constitución de la república, una ofensa a la religiosidad de los católicos y un burdo proceso para darle legitimidad a una tiranía. Quienes cuestionamos esto, para nada estamos preconizando un discurso que ofenda la fe de los católicos, simplemente nos colocamos en los supuestos del Estado de derecho y levantamos la voz, y además lo hicimos abriendo la única instancia legal para que este asunto tuviese las sanciones que la misma ley dispone. Por separado, vale decir sin concierto alguno, tanto Javier Corral como el que esto escribe presentamos queja por este evento ante la Secretaría de Gobernación, que encabeza Miguel Ángel Osorio Chong, quien a este momento no se ha dignado a dictar proveído alguno. Don Quijote diría: “con la iglesia hemos topado, Sancho”. Cuando de decir de Reforma, este es un hecho que marca, vale subrayar quién lo dice, un medio totalmente alejado de todo jacobinismo, seguramente como ambos quejosos.

En quinto lugar viene el tema Juan Gabriel, al que se cataloga como el “consentido priísta del sexenio” y amenizador de los cumpleaños del cacique. Se le tomó a mal porque fue una espuma que le exhibió con claridad a todos los chihuahuenses la banalidad y el dispendio que carcomió al gobierno que fenece. En esto hasta el mismo autor y cantante salió perdiendo, pero él lo hizo por gusto, y como dice el refrán, a cada quien su gusto lo engorda.

Y por fin, la última marca: el accidente del helicóptero, de alguna manera emblema de una corrupción que creció en espiral por una pésima conducción del estado. La prepotencia, la presunción, el delito y el posterior dispendio de adquirir otra aeronave cuando las finanzas están en ruinas. Tan emblemático fue este accidente que el piloto del helicóptero, convaleciente en el hospital, caracterizó sin proponérselo al cacique que resultó casi ileso: “Tenemos un gobernador de hule”.

Y puede ser que César Duarte sea sintético y eso explique por qué actuó así durante todos estos años, agraviando a propios y extraños en el estado de Chihuahua. Lo que me niego a pensar es que la ciudadanía de Chihuahua sea de hule y refrende a los verdugos.