Los medios dan cuenta el día de hoy de que en 36 horas hubo 3 mil 200 fotomultas. El establecimiento de esta forma de agredir a los ciudadanos que emplean sus vehículos en las calles de Chihuahua, tiene un fundamento eminentemente recaudatorio; se quiere paliar la quiebra financiera del estado recargándose cada vez más en el bolsillo de los causantes. No hay, en la pretendida justificación de la fotomulta, ni legalidad constitucional que la sustente, ni autoridad moral en Jaime Enríquez, director de Vialidad, que es el encargado de orquestarla, cuando debió ser destituido por los bochornosos sucesos de la “pornofilmación” que está ya en el dominio público. Esta agresión no puede consumarse, hay que resistirla de todas las formas posibles y ya un grupo de abogados estamos preparando la más eficaz forma de combatir la recaudatoria medida, dispuestos a que este despropósito no continúe adelante.

Garfio: sigue la mata dando

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Y ahora Javier Garfio, lamentablemente aún alcalde de la ciudad de Chihuahua, hizo circular su entrevista en torno a sus ambiciones para suceder a su jefe César Duarte en el cargo. Todavía no le entra por la cabeza a este hombre que si alguien no tiene las más mínimas posibilidades es él, pues no estando el horno para bollos debiera entender que el equipo ballezano tiene sus días contados. En la mesa de decisión del PRI, al menos en esta oportunidad, no podrá pasar como argumento de fondo que Duarte y Garfio jugaron a las canicas, al hoyito y los capiruchos allá en su tierra natal de ecos bucólicos, si de poesía pastoril se tratara. Pero no, se trata de Chihuahua, de la necesidad de reconstruirla políticamente y, por tanto, apuntarse, así sea al tiempo de que cumpla sus compromisos con la ciudad capital –cosa imposible–, no es más que una jugarreta de las que cocinan los aprendices del Palacio de Gobierno.

La entrevista que comento es a modo, pues ni la prosodia ni la sintaxis coinciden con la habitual en Garfio cuando lo vemos frente a las cámaras; creo que el entrevistador fue escogido para buscarle un habla medianamente razonable y coherente a este señor de la derecha más tradicionalista de que se tenga memoria al frente de la comuna. Nos dice que la política es “una conducta de vida” y la familia casi, casi el fundamento de todo, pues cuando “no hay estabilidad en el seno familiar”, las aspiraciones y desempeños en cargos públicos resultan todo un embrollo. Si esto último fuera cierto, tendríamos que colegir que en México no hay estabilidad familiar en ninguna casa de funcionario público, pues el desastre es tal que de ser válida esa apreciación, ahí estaría la razón. Se trata del simplismo rural de un político que llegó para irse, y me complace decir que para siempre.